Entradas

Mostrando las entradas de abril, 2010

Último beso de amor

Había sido un día perfecto hasta que, en la oficina, se llevó la taza de café a los labios.  No veía a Celia desde que la mandó a prisión, meses atrás, siguiendo órdenes de altos funcionarios del régimen recién implantado. Este café de las dos de la tarde irremediablemente le recordaba el aliento robusto y ceñido de los besos de Celia. Abrió la primera gaveta y sacó un fajo de billetes que metió rápidamente en el bolsillo derecho. Tomó su sombrero y su saco y, casi a zancadas, salió de la Oficina Regional. Veinte minutos después, usaba el dinero para sobornar a un par de guardias revolucionarios. Lo dejaron entrar. Miró a Celia sentada en la esquina de un calabozo infernal, cubierta de excremento humano y sangre seca. Destilando odio de sus grandes ojos amarillos. Él presionó su cuerpo y su cadera contra los barrotes de la celda, mirándola desde algún lugar vago entre la lástima y la súplica. Desde que lo habían nombrado ministro, Celia ya no era más una esposa con ideas diferentes, e