The good life

Era hora de desintoxicarse. De parar la rumba, la salidera y el sesohuequismo. Era hora de hacer las cosas que realmente tienen que ver conmigo. Heme aquí. Alquilé cuatro peliculitas que me absorbieron durante ocho horas de esta semana, sin contar las que conseguí por ahí haciendo zapping al control remoto del televisor. Además de eso vi a mis panas más antiguos, leí periódico como un demonio y cuanta cosa impresa o codificada pasara por delante.

El jueves en la mañana todavía no les había dicho a los muchachos si me iba a lanzar con ellos para la playa. Me cuesta mucho, por cuestiones morales, salir de Caracas. En principio siempre pienso en todas las diligencias horrendas que inundan mi vida. Entonces me propongo quedarme para adelantarlas (siempre me quedo para hacerlas, pero nunca lo hago, qué vaina), y empieza mi cuestionamiento ¿Cómo me voy a ir? Los reales, mi papá, la familia, la vaina. Luego que si pierdo jueves y viernes, son dos días, bien podría adelantar algo porque son días laborales, y tal ¿y perderme cuatro días? ¿y lo otro?...

Esta vez decidí, a las diez de la mañana del jueves, mandar todo a la mierda. Si, agarré mis cuatro cosas y llamé a Andresito “Mira pana, que sí voy” “Fino, en tu casa a las cinco” me respondió mi panita surfista. Entonces empecé a acomodar todo, porque no puedo evitar esto de llevar un cachibachero loco a donde quiera que vaya. A Samantha (mi celular) era obvio que me la traía. Para nada, porque la artefacta en cuestión me tiene ladillada, se le jodió la pantallita y ando a ciegas llamando quién sabe a quién. “Andresito, es Jo otra vez, mira, ¿será que me puedo llevar a Alexander (laptop) y a Eugene?” “Si, coño, tráete toda verga”.

Un short que no me he quitado en todo el fin de semana, un traje de baño, la crema porque tengo la piel hecha mierda, el protector (para nada, señores, estoy negra), desodorante, cepillo de dientes, la cartera, los papeles y los reales. La cámara, la computadora, el celular. Listo, eso es todo. ¡Coño, el periódico! (ya tengo dos días sin leerlo, me está dando una vaina). ¡Coño, la toalla!

El burro es el dueño del apartamento, y del sunfish. Desde que llegamos ando botando la baba por el barquito en cuestión. Cargamos el casco hasta la orilla, hacemos un montón de nudos de marinero, montamos el mástil, la vela, la vaina, mil cuerdas (toda náutica la cosa) y nos metemos en el agua con el perol hasta que nos llegue a la cintura. Pegas un brinquito y está listo.

Mi pana el burro maneja el asunto. Que si baja el timón, monta la quilla, nos vamos. El viento empopa la vela, y se oye la tela ondeando, las olas, el agua clarita, el sol achicharrándome, el pelo suelto y más enredado que nunca. Divino.

Luego pescamos, o hicimos el intento. Armé los anzuelos y puse los plomitos en el nylon. Todos mis amigos, machos, vernáculos, se hicieron mierda a la hora de destripar un pobre calamar que serviría de carnada. Agarré el cuchillo y descuarticé al pobre bicho como mejor pude. Piqué los pedacitos y los enrollamos en el anzuelo. Aparentemente la vaina se llama trolear, lanzas el nylon pegado al carrete desde la parte de atrás del barco (sunfish para estos desvalidos) y dejas que la cena meta el mordisco y se enganche. Cenamos tortilla española. No, no la pescamos, es que no nos quedó más remedio.

Pero esto de pescar es extremadamente relajante, aunque termines comiendo pan con aceite. No importa perder toda la tarde viendo el mar, abúlico, agarrado de un hilito que se sumerge en el agua, esperando que no pase nada. Eso, de por si, ya es divino.

Hoy también salimos en el barquito por los cayos. Estoy negra. Daniel y Andresito están durmiendo, muertos, con un miche que se bebieron por ahí. Ahora más tarde le digo al burro que me preste su telescopio para subir a la azotea. Hay burda de estrellas.

Esto es mi vida. Tengo a Alexander encima, estoy tipeando esto, me tomé un cafecito, estoy negra, roja, ya no sé. El sonido de las olas entra periódicamente por la ventana, mis panas están aquí, dormidos, relajaditos. Y ando a la espera de ver estrellas. Así sí me siento viva.

Comentarios

Lita24 dijo…
Se oye bien relajante tu fin de semana,aunque como que ya nadie se puede separar de la tecnologia jjejeje. Me gusto mucho tu blog, saludos!

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