Caracas-La Guaira

Faltan sólo cuatro centímetros, a una velocidad aproximada de dos centímetros mensuales, para que se termine de caer el puente de La Guaira. Si esto ocurre, se va a fracturar en una grieta monumental, justo en el medio.

Por La Guaira entra y sale todo. Es nuestro órgano genital, nuestro pulmón, nuestra boca y nuestro intestino grueso. Sin La Guaira no hay productos importados en Caracas, no hay viajecitos, adiós al aeropuerto, ni barquitos ni nada que se le parezca. Y lo lamento por mis amigos surfistas, se acabó el “ida por vuelta” para Los Caracas. Voy a plantearle al presidente a ver si me da un permisito para surfear el Guaire y aprovechar las cálidas aguas del río que recorre mi ciudad.

Seguimos con nuestro complejo de cangrejos, por aquello de caminar para atrás, o de lado, o de cualquier forma bien estúpida. Se planteó seriamente olvidarnos de carreteras decentes y modernas y conformarnos con nuestra carreterita vieja para la costa. Por lo menos no está en el aire. Pero resulta que el susodicho atajo está destruido por falta de mantenimiento, así que estamos en las mismas.

Después de revisar todas las posibilidades, la única vía medio factible es que Valencia y Puerto Cabello nos saquen la patita del barro. Por Puerto Cabello, ni pendiente. Pero tener que quitarse el orgullo caraqueño, caraquista, y cara… (Cualquier otro sufijo) para que los valencianos nos echen una manito, no me gusta nada. Para nadie es un secreto que los vecinos estos quieren quitarnos nuestro título de capitalinos. Claro, ellos no se están hundiendo, como nosotros, ni tienen tantos barrios y, la mayor ventaja, la casa presidencial no está allí, eso sí me da envidia. Pero bueno, Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra. Y eso no debe cambiar.

Mientras tanto, me abstengo de asomarme por el estado Vargas (hacia el mar, porque para el Junquito si se puede, todavía), a menos que vaya a instalar un tremendo equipo, cámara y pilas eternas. Todo esto para ponerle los dos ojos a ese puentezote hasta que se desplome y ver el espectáculo. Eso sí, de lejitos, no vaya a ser que me muera, no me encuentren y me construyan algo encima, un ranchito, por ejemplo, porque de autopista nueva, nada que ver, puro plan de contingencia.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

The good life

101 reasons the 80's ruled

Flushing experience