Dynamic meditation

Me fui con mi amiga a un local de esos tres que me gustan. Tiene una luz roja, caliente, con sábanas en las paredes, figuras hindúes, vinos, jugos de arándano. Todo es rojo, latente. A los diez minutos de haber llegado. Sólo a los diez minutos, él entró.

El primero de mi orgía difuminada durante cuatro semanas. Me convierto en existencialista para analizar qué pasó dentro de mí. Lo primero que recuerdo es un temblor de piernas. Hay un tipo de meditación que yo hacía, en la que empiezas a vibrar circularmente desde los pies, y cuando vienes a ver, todo el cuerpo vibra onduladamente desde el piso. Algo así sentí cuando me di cuenta de que mis labios temblaban en la misma frecuencia que mis pies, mis rodillas, mis caderas. Y con la misma frecuencia los latidos, el pulso en mi cuello. Listo, mi primera teoría es que allí se produce mucho ruido. Dopamina, adrenalina, endorfinas de todos los tipos volando de mi corteza cerebral a mis brazos, atravesando el estómago, el hígado. Con tanto ruido no se puede pensar.

Ante la supresión total de mis pensamientos, me concentro en los sentidos. Lo estoy viendo, impecable, acercándose y alejándose, de nuevo, al compás de mi vibración. Siento los ojos lubricados, relajados, los párpados que acarician mi córnea cada vez que suben y bajan. Todo se empieza a poner más lento fuera de mí.

Me gusta que las cosas a mi alrededor se tornen lentas. No me gusta que pase el tiempo, porque estoy aferrada al pasado. Estoy hablando como la existencialista pendeja de hace cuatro semanas, pero me lo permito con el fin de racionalizar mis cuatro semanas extravagantes.

El pasado siempre es mejor. Uno olvida lo malo y se concentra en lo bueno. Es mi tiempo favorito porque nos conduce a la melancolía. De allí nacen la nostalgia, el dolor. Allí se guardan los aromas, las imágenes. El pasado siempre florece. El presente no existe y el futuro es simplemente utópico. Pero el pasado es tangible, se puede guardar en una cajita verde, en una canción. Se puede lanzar en la cara de alguien con arrechera, se puede esconder dentro de uno. De los tres tiempos, es el único del cual tengo pruebas.

Todo es más lento que mi pulso. Tan severamente lento que creo que el tiempo está reclinándose hacia atrás. Me emociona pensar que el tiempo, de verdad, se detuviera. Mientras lo tenía en frente, con toda esta sensación interna, tuve la alucinación perfecta de que estaba pasando. Se suspendió el tiempo.

Las manos me sudaban. El trago de vino era cada vez más dulce y más caliente, como una miel espesa bajando por mi garganta entumecida que vibraba. Trato de recordar con precisión el sabor, pero aunque he tomado muchas veces ese trago, en ese estricto momento tenía la sensación de estar tomando aire líquido.

Estoy sentada en un salón, sola, sin ruido a mi alrededor y ya me empieza a molestar el silencio, que ni siquiera es absoluto. Se oyen mil voces a lo lejos. Mi retraso me agolpa una y otra vez la mente. Estoy aterrada.

Pienso que si estoy embarazada voy a abortar. Trato de recordar si conozco a alguien que conozca a alguien que conozca a alguien con quien pueda hacer eso. Un médico, claro. No estoy de acuerdo con el aborto, existencialmente hablando. Pero si estoy embarazada, la única salida es esa. Me duele un poco el vientre. Usualmente a mi me duele mucho el vientre cuando me viene el período, pero no me duele tanto. S estuvo embarazada. Hace tiempo le pregunté si se sentía algo distinto a lo usual. Me dijo que sí, y la sintomatología que me dio coincide mucho con cómo me siento ahora. Estoy definitivamente asustada, ahora sí.

Él se puso a hablar de algo que definitivamente yo no escuchaba. Mi propio pulso era demasiado ruidoso como para que me concentrara en lo demás. La verdad es que tampoco me importaba mucho qué tenía que decir. Sólo veía el movimiento de su boca estrechísima como una línea y los ojos enormes que miraban mis ojos, y mi boca, y mis senos. El hombre está hecho para seducir.

La sensación es de embrujo. De pronto, empecé a notar que ya no tenía el control de mi cuerpo. No había pensamientos coherentes en mi mente. Retazos de frases que pudieran ser importantes nadando en un mar de neurotransmisores y hormonas. Sentí el cuerpo húmedo, hirviendo, y todavía no me había tocado. Todavía.

No faltó mucho para que me apretara la boca con sus dientes. Entonces se acabó mi raciocinio. Trato de recordar qué pensaba, porque incluso con tanto ruido algo se cuela en la mente incansable. Me preguntaba cómo estaba pasando eso. Desde ese momento estoy buscándole respuesta a mi actitud.

Pero no podía parar. Si me hubiera preocupado más por percibir y grabar minuciosamente mi ambiente interno y externo, ahora tuviera más pistas para descifrar mi condición. La condición de todas las mujeres.

(to be continued)

Comentarios

Coño profundo, no me pierdo la segunda parte, demasiado bueno, gracias por tu visita y que Dios te bendiga.

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