Selva

Llegué hace un rato de uno de los días más surrealistas de mi vida. Ni Buñuel, ni Dalí, ni Kafka. Incoherentísimo y maravilloso. Me duelen los riñones. Horas que pasan como las de hoy me causan las risas más deliciosas de mi vida.

Mis días no se terminan a la medianoche, sino cuando me duermo. Claro, he pasado jornadas enteras de cincuenta horas. Pero es hora de que este se acabe. ¿Por qué no se acaba?. Escucho y ahí está la respuesta, chorreándome el canal auricular.

Son un viaje de mujeres ochentosas gritando a todo gañote, deben tener toda la noche bebiendo y viven cerquita de mi casa. Una de ellas tiene un karaoke y me están dando una serenata inolvidable sin hacer caso de la Ley Mordaza del fifty-fifty. Ya cantaron temas interpretados originalmente por Karina, Kiara, Guillermo Dávila, Rudy La Scala, Melissa y van por Franco de Vita.

La razón de mi inconcebible insomnio es que estoy esperando una canción. Si la cantan, se disiparán todas mis dudas. Es totalmente seguro que mañana me voy a despertar convertida en un cucaracho gigante.

Comentarios

RoRRo dijo…
Leí tu mensaje, pero como estoy de reposo todavía, no pude ir.

¿Cómo estuvo?
carlanga dijo…
El momento más surrealista e inolvidable de tu día surrealista e inolvidable fue, sin duda alguna, cuando te olvidaste, surrealistamente, que era el día del cumpleaños del cumpleañero.
carlanga dijo…
Bueno, también fu surrealista aquello de: "Dudu, me gusta tu mamá".

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