Uno




El bambú tenía siete años escondido bajo tierra. Aunque sus raíces se esparcían varios metros debajo de la superficie, tenía miedo de salir.
El sol, sospechando esto, se posó tempranito en la mañana al ras de la tierra.
El bambú sintió entonces el calor suave junto a su cuerpo subterráneo. El astro tibio se alejó un poco de la tierra y el bambú tuvo que hincarse para volver a sentir calor.
Luego, el sol volvió a subir un poco más, retándolo entre risas.
El bambú, olvidando sus temores, se estiró unos centímetros más para alcanzarlo nuevamente.
Y así pasaron toda la mañana: mientras más se alzaba el sol travieso, otro palmo del bambú se descubría.
Para el mediodía, justo cuando el sol se posaba en la cúspide del cielo, el bambú mostraba seis valientes metros de tronco al exterior.
Ya no tenía miedo.

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