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Mostrando las entradas de junio, 2005

Beach break

Ayer estuve ocho horas en una cola para sacarme la cédula. Tragué humo de carro, comí mal y me estresé muchísimo. Ayer fue definitivamente un mal día. Hoy la cosa se ve mejor, mucho mejor. Una de las cosas que más me gusta es agarrar mis peroles y lanzarme para la playita... Have fun!

La explosión

Querer hacer algo y aguantarse las ganas. Tener muchas más ganas de hacerlo y saber que te tienes que ir, pero quedarte. Esperar. Sentir más ganas. Ver cómo las ganas se van y vienen, cada vez más fuertes. Saber que ya no puedes aguantar más, pero seguir aguantando. Empezar a sudar frío, sentir cómo se pone la piel de gallina, hiperventilar, empezar a notar que la tensión se baja, cada vez más. Que las ganas aumenten, punzantes. Casi hasta el punto de sentir que se acabó, ya está, no quedan más fuerzas. La explosión es inminente. Y cuando ya no se puede ordenar un pensamiento, ni un movimiento, levantarse de la silla, salir caminando con el paso acelerado. Caminar más rápido, apurarse. De pronto, empezar a trotar, a sabiendas de que falta poco para que todo se arruine. Y correr, correr cómo nunca. Recoger todo, rapidito, con concentración. Ir acomodando con toda la corredera los insumos necesarios para acercarse al destino con fluidez. Abrir una puerta, luego

Mi casi metamorfosis

Quince mil bolívares me costó la cera tibia para depilar. La compré ayer, en la farmacia. Era la más cara, decía que era de miel y hecha en Francia, y mil cosas más que promovían el producto. No tengo talento para estas cosas, compré la más cara porque no confío en mis habilidades depilatorias. Anoche me senté en la poceta cerrada, pero al revés, con el tanque entre las piernas. Puse un espejito pequeñisimo, el único que encontré, sobre el aparatoso perol cuadrado y me armé de valor para lo que estaba a punto de empezar. Mientras lo hacía pensaba en mil vainas. Tengo una semana que, independientemente de lo que esté haciendo, siempre estoy pensando en exceso. Si lo pienso bien, no sé qué tanto me nada en los sesos. Ni tengo orden en mis ideas, ni sé quién soy, ni sé lo que quiero. Vuelve la pendeja medio existencialista de todos los días. A este punto estaba encolada, como un papel tapiz, de un pegoste que

No apto para menores

Por cierto, mi prima estudia bioanálisis. Me estuvo contando un montón de cosas horribles que ha visto y escuchado. Pero nada me pareció más bizarro que el hecho de que en los barrios muy pobres las prostitutas se meten papel periódico por ahí. Eso mismo, papel periódico por dónde no les pega la luz del sol (digo yo que no). ¿Que para qué?. Como medida anticonceptiva. ¿Qué tal?

La desprivatización de la imagen

Mi prima V y yo fuimos de compras. Nada del otro mundo, acetona y tonterías. Tomamos café y eso, lo mismo de siempre. La cosa es que hoy me di cuenta de que uno perdió la posibilidad de tomarse un café en un centro comercial no conocido, o de salir por ahí, sin que te tomen una foto, graben tu voz o tu imagen y tú ni te enteres. Entro en el estacionamiento y un muchachito medio raquítico me da el respectivo ticket, no sin antes lanzarme en un tonito bastante macaco: “Señorita, pague en caja antes de salir”. Pero se tardó como mucho en decirmelo, y como incoherente que me dijera algo obvio. Entro sin detenerme a analizar los sucesos y me interno en la perorata que manteníamos mi prima y yo todo el camino. Cuando voy a pagar en la caja, lo vi. Sobre la cabeza del hombre que me cobraba había un monitor tamaño familiar, como para que no quedara duda, con mi foto enorme agarrando el ticketcito de manos del muchachito hambriento. Me da de todo y le digo “Pero… ¿esa soy yo?
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Lost in Translation... 

New Macondo

Caracas me hipnotiza con sus colas. Agarro el volante de mi carro y me dejo llevar por las palabras de alguna emisora reiterativa, para adormecerme con la cola, que avanza veinte centímetros por hora. Caracas me hipnotiza desde que me despierto. A la ciudad de la eterna primavera le dieron ganas de parecerse a Londres, y ese frío y esa agua que cae, sin prisa pero sin pausa, no permite que me levante de la cama caliente y suave. La autopista parece dividir a Caracas en dos partes. Como voy en dirección este-oeste tengo a mi izquierda el grave cinturón de miseria que nos aprieta y a mi derecha, las zonas residenciales que aparentan ser el resultado de años de planificación. Pero la Autopista Francisco Fajardo no es la única vía caraqueña y cuando nos introducimos en vías menores nos damos cuenta de la mezcla de estereotipos que conforman nuestra ciudad. El rancho colinda con un edifico grande y viejo y, al cruzar la calle, hay una urbanización habita

J'aime et je detéste...

Elle ne s’apelle pas Amélie, mais elle aime: 1) Tomarse un té caliente, sorbito a sorbito, despacio. 2) Hundir las manos en la arena fresca. 3) Querer escuchar una canción y que, de pronto, suene. 4) Un olor cargadito de recuerdos. 5) Empiernarse y quedarse viendo tele, mientras cae un palo de agua. 6) Sentarse en un parque infantil a comerse un chupi chupi. 7) Levantarse temprano, montarse en el carro y lanzarse para Los Caracas. 8) Las cosas inesperadas (un beso robado, podría ser). 9) Irse a La Guairita un domingo a acariciar perros y gatos. 10) Comer cotufas con cri-cri en el cine. 11) Leer, en forma de vicio, de obsesión. 12) Escuchar una canción perfecta para terminar de pintar el cuadro sobre el caballete. 13) Una buena foto. 14) Los rounds de cariño de mi papá y los enanos, especialmente, entrarme a piñas con el pequeño. 15) Que le expliquen mecánica

¿Qué me falta por inventar?

Quiero subir al pico Naiguatá porque Daniel dice que es precioso y yo quiero tomar fotos y ver las estrellas con un telescopio. Quiero estudiar cine, aprender a tocar Tears in Heaven, ver el Catatumbo y hacer un documental del Lago de Maracaibo. Montar un Cine Café, un concepto que nadie ha visto pero existe en mi mente perfectamente definido y para lo cual necesito un capital infinito de inversión. Quiero escribir y pintar un guión para una película, o mejor, escribir y pintar el sueño que tuve hace unas semanas con el bendito cangrejo verde de plástico brillante. Hacer una revista. Escribir, escribir, escribir sobre todo lo que a MI me gusta. Montar una página en internet donde la gente pueda consultar seriamente sobre los eventos culturales de Caracas. Terminar el cuadro que empecé a pintar increíblemente molesta, pero no tengo el caballete, ni el cuadro, ni los óleos... Volver al gimnasio, a la danza árabe y al flamenco. Empezar a meditar diariamente pegando brincos por todos lad

Dos años, un mes y 9 días

Nunca entendí lo que era el cáncer. Desde pequeña me llamaba la atención que un signo zodiacal y una enfermedad pudiesen tener el mismo nombre tétrico, pero aunque me daba inmensa curiosidad, nunca tuve nada cerca que me ayudara a entenderlo, al menos hasta mucho tiempo después. Agradezco las clases de biología de tercer año para conocer, por lo menos, qué era una célula y de allí todo fue muy fácil. Pasé muchas noches en vela investigando cada término médico, cada diagnóstico, cómo se ayuda y cura a un individuo que tiene que pasar por ese trecho imposible de ver su propia locura manifestada en su cuerpo. La enfermedad de mi madre hizo realidad todas mis pesadillas infantiles. Viví sola con ella los primeros veinte años de mi vida y los últimos de la suya. Desde que recuerdo dormíamos en la misma cama, por puro gusto. Mi madre roncaba mucho. Nadie soportaba su forma continua y muy sonora de roncar. Para mí, cada vaivén de ese respirar terrible era una canción de cuna. Pero a veces s

Hombres-lobo y hombres-gato

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lunita, lunita, dame pan Hace unos meses, encerrada en el apartamentico de la calle 13, aburrida hasta los tuétanos, me encaramé en la reja de la ventana con Eugene (mi cámara) y salió esto. Hombres-lobo, hombres-gato y los demás lunodependientes: Les recomiendo altamente que, para no perder los efectos de la luna llena de anoche, se queden un buen tiempo mirando fijamente la foto.

Caracas-La Guaira

Faltan sólo cuatro centímetros, a una velocidad aproximada de dos centímetros mensuales, para que se termine de caer el puente de La Guaira. Si esto ocurre, se va a fracturar en una grieta monumental, justo en el medio. Por La Guaira entra y sale todo. Es nuestro órgano genital, nuestro pulmón, nuestra boca y nuestro intestino grueso. Sin La Guaira no hay productos importados en Caracas, no hay viajecitos, adiós al aeropuerto, ni barquitos ni nada que se le parezca. Y lo lamento por mis amigos surfistas, se acabó el “ida por vuelta” para Los Caracas. Voy a plantearle al presidente a ver si me da un permisito para surfear el Guaire y aprovechar las cálidas aguas del río que recorre mi ciudad. Seguimos con nuestro complejo de cangrejos, por aquello de caminar para atrás, o de lado, o de cualquier forma bien estúpida. Se planteó seriamente olvidarnos de carreteras decentes y modernas y conformarnos con nuestra carreterita vieja para la costa. Por lo menos no está en el a

Para saber si la cosa va

Aquí les dejo esto, escrito en el mismo estado en el que Carlanga escribió uno de sus post en estos días (pregúntenle a él), para que se vayan dando una idea mínima de cómo son las cosas. Si nos gustas en serio, se nos seca completamente la boca y hacemos milagros para que se humedezca. Miramos con ojos brillantes y nos hacemos las duras, pero no lo logramos. Subimos un tono la voz, sobretodo si hablamos por teléfono. No te mostramos nuestro pasado, pero se nos sale por los poros, las orejas y todos los orificios obvios. Estamos pensando, constantemente, en tus defectos. No conseguimos que tus defectos nos hagan olvidar lo otro. Vemos la pantallita del celular, al menos, cada dos minutos y medio. Nos cuesta mantener la vista clavada en tus pupilas, porque nos sentimos desnuditas. Jugamos con las manos y sonreímos de lado, puede que nos mordamos el labio inferior de vez en cuando. Si tardas mucho en responder, huimos. Muy difícil tener

Una vez superado el trauma...

Mi primera contrariedad con la publicación fue por culpa de un profesor amorfo, desagradable y feo. Para ese entonces estaba escribiendo un cuento, “Piernas trenzadas”. Como la clase de química era bastante aburrida, estaba absorta revisando el texto en cuestión. Si, yo lo sé, hay mucho erotismo directo y simple en lo que escribo, y antes había más. Nadie lo pudo decir mejor que mi amigo D, y cito textualmente: “Jo, tú puedes llegar a convertirte en una caricatura moderna del marqués de Sade, despojada de toda fantasía, presentando el erotismo crudo, cotidiano y aburrido, como generalmente suele ser” Ese cuento era mío, pero sobretodo era no publicable. Ahora vomito un poquito cuando lo leo. La cosa no es más que una perorata espantosa de muertes y encuentros sexuales cargados de imágenes exageradas de todo tipo. Muy erótico y muy chimbo. El repugnante y amorfo profesor se acercó a mi pupitre y me arrancó las hojitas amarillas y sucias. Me miró por debajo