Dynamic meditation
Me fui con mi amiga a un local de esos tres que me gustan. Tiene una luz roja, caliente, con sábanas en las paredes, figuras hindúes, vinos, jugos de arándano. Todo es rojo, latente. A los diez minutos de haber llegado. Sólo a los diez minutos, él entró. El primero de mi orgía difuminada durante cuatro semanas. Me convierto en existencialista para analizar qué pasó dentro de mí. Lo primero que recuerdo es un temblor de piernas. Hay un tipo de meditación que yo hacía, en la que empiezas a vibrar circularmente desde los pies, y cuando vienes a ver, todo el cuerpo vibra onduladamente desde el piso. Algo así sentí cuando me di cuenta de que mis labios temblaban en la misma frecuencia que mis pies, mis rodillas, mis caderas. Y con la misma frecuencia los latidos, el pulso en mi cuello. Listo, mi primera teoría es que allí se produce mucho ruido. Dopamina, adrenalina, endorfinas de todos los tipos volando de mi corteza cerebral a mis brazos, atravesando el estómago, el hígado. Con tanto rui